Hay personas que habitan los espacios de manera tan absoluta que estos se convierten en una extensión de sí mismas. Casa Chiqui es justamente eso: un hogar para los tesoros que Chiqui de Echaverría ha descubierto alrededor del mundo gracias a su buen ojo para el diseño artesanal. Su icónica tienda en el Centro Histórico de Cartagena alberga las excepcionales piezas que Chiqui ha traído de sus viajes a destinos tan diversos como Indonesia, Marruecos, India y México.
Impulsada por su fascinación por lo extraordinario e inimitable, Chiqui comenzó a traer estos objetos a Cartagena como decoración para su casa familiar, que pronto adquirió el aire de un museo de artesanías globales. Y no solo por la variedad de piezas traídas de diferentes países, sino porque sus puertas estaban siempre abiertas a amigos y viajeros de Colombia y el mundo.
Como parte del sueño de Chiqui de compartir una parte de su mundo con toda Cartagena— y viendo que su colección de tesoros comenzaba a desbordar los límites de su hogar—, por fin se abrieron las puertas de Casa Chiqui. Ubicada en un almacén de los años treinta restaurado por la propia Chiqui, la tienda se ha convertido en el destino favorito de todos los visitantes de Cartagena.
Junto a nuestros tesoros de todo el mundo convive la singular línea de joyas y accesorios de Casa Chiqui, que conjuga las experiencias globales de Chiqui con el arte y el espíritu de su adorada Cartagena. Diseñada por la propia Chiqui, cada pieza de la colección es elaborada a mano por especialistas colombianos en nuestra tienda de Cartagena.
Chiqui colabora con 94 artesanos de comunidades indígenas y rurales de todo Colombia. En su mayoría mujeres cabeza de familia, nuestras artesanas utilizan técnicas milenarias y fibras naturales, como la palma de iraca y de cumare, para dar vida a los diseños de Chiqui. Trabajando en conjunto han logrado combinar procesos tradicionales o desarrollar nuevas técnicas para transformar productos clásicos del folclor colombiano, como la mochila Wayuu en creaciones extraordinarias.
En muchos casos, comunidades enteras se sustentan gracias a su trabajo artesanal; es por eso que los esfuerzos de Chiqui para renovar y reinventar esas tradiciones resultan cruciales, pues ese toque de modernidad podría garantizar el futuro de estas técnicas ancestrales y de las comunidades que las salvaguardan.
Para comunidades como los indígenas Wayuu el arte del tejido es mucho más que un modo de ganarse la vida. Para ellos simboliza también el hilar de la tradición, el paso de las fibras de la cultura de madre a hija, de una generación a la siguiente. Lo mismo puede decirse del trenzado de caña de flecha, que las comunidades de la costa caribeña colombiana tejen en sus diseños llamados pintas, y que reflejan el legado de una familia o una tribu en particular. Un profundo conocimiento de estas costumbres no ha hecho, sino reafirmar en Chiqui el compromiso de celebrar las artesanías típicas de su país.
Soy una viajera incansable y una amante de los objetos únicos, de belleza excepcional. Birmania, México, Tailandia, India, Turquía, Indonesia. He visitado los pueblitos y mercados de estos países incontables veces desde mi adolescencia, cuando pasé varios meses explorando las islas de Bali con apenas una mochila. Desde entonces, nunca he dejado de viajar, ni de cultivar mi colección de tesoros globales.
Costeña de nacimiento, Cartagena es donde más feliz soy. Y podría decirse que la historia de mi casa del Centro Histórico es la historia de mi vida. Hace más de treinta años, mi esposo y yo compramos allí una casa que desde el principio mantuvo las puertas abiertas a nuestra familia y amigos, y a los amigos de nuestros amigos. Nuestros encuentros íntimos e informales rápidamente se convirtieron en grandes fiestas donde se reunía personas de Cartagena con visitantes de todo el mundo.
Siempre me ha encantado acoger a las personas en mi mundo, y cuando fundé Casa Chiqui hace una década mi sueño era construir un hogar fuera de mi hogar, un espacio de encuentro para otros viajeros como yo. Quienes han visitado mi boutique saben que, en Casa Chiqui, lo extraordinario es la norma.
Y aunque continúo trayendo las maravillas del mundo a mi adorada Cartagena, nunca he pasado por alto la calidad de las artesanías colombianas. Durante años he cultivado relaciones con maestros artesanos de todo el país, cuyo trabajo también se exhibe en Casa Chiqui.
Más adelante, e impulsada por mi hija, comencé a diseñar mi propia línea de joyas y accesorios. Al experimentar con los materiales y técnicas de las artesanías colombianas tradicionales, descubrí sus posibilidades inesperadas y desarrollé algo sorprendentemente maravilloso.
Bienvenidos a Casa Chiqui. Espero que se sientan como en casa. Con cariño,
Chiqui de Echavarría.